domingo, 25 de septiembre de 2011

Reformulación


Hace unos años, en la concurrida ciudad de Los Angeles, vivía una joven llamada Victoria. Era una mujer impulsiva y con mucho carácter. Siempre intentaba superarse a si misma en todo. Trabajaba como renovadora de pasaportes, y eso la tenia muy estresada. Iba y venia a todas horas, de un sitio para otro. Una mañana, se despertó demasiado tarde, por lo que tuvo que darse prisa en arreglarse y salir de casa. En la calle, caminaba lo mas deprisa que sus piernas le permitían, embutida como estaba en esos tacones incómodos, la hacían sentirse mas estresada de lo que ya estaba. Entre las prisas, los papeles que llevaba en la mano, y sus tacones, se tropezó y todas sus notas cayeron a sus pies. Harta y exasperada como estaba, empezó a maldecirse por no ser lo suficientemente buena como para poder abarcar todo. Empezó  a criticar su poca paciencia. Empezó a criticar sus odiosos tacones. Empezó a criticar sus piernas por no ser lo suficientemente estable, por no ser fuertes y sanas como las de un deportista. Se agacho y comenzó a recoger los papeles desperdigados por el suelo. De repente, vio una mano que le pasaba unos cuantos papeles. Levanto la mirada y se encontró con un sonriente hombre mirándola desde su silla de ruedas.
-  Se encuentra bien?- pregunto el sonriente hombre
-  Si, si. Muchas gracias por ayudarme.- dijo mostrando sus papeles ya en mano.
-  No hay porque darlas. A veces las  piernas nos dan una mala jugada.- comentó el
hombre aun con esa sonrisa en la cara.
Victoria se quedo mirando a ese feliz hombre. Ella ya no recordaba cuando fue la última vez que sonrío. Ella siempre estaba enfadada y angustiada. Y él, él simplemente era feliz. Estaba paralítico, pero era feliz. Mas feliz que ella incluso. Victoria se despidió y se fue, queriendo llorar por sus pensamientos egoístas de hacia solo unos minutos atrás.

lunes, 19 de septiembre de 2011

Todo un Dios


      Hace tiempo, cometí el error de reírme de las esperanzas de un niño. Un niño que era mi amigo. John Lennon y yo éramos amigos, jóvenes y, por lo tanto, llenos de esperanzas. Todo comenzó el día que empezamos a especular sobre nuestro futuro. Yo amaba la literatura y quería ser profesor. John, en cambio quería ser cantante. Yo era perspicaz y vi en sus ojos una chispa de emoción. Sabía que John era una persona de principios pero aun así me sorprendí al oír sus especulaciones. Hablaba de armar una banda. Hablaba de viajar por el universo. Hablaba de vivir solo del Rock & Roll. Decía que nadie le comprendía. Que todos se comportaban como extraños al hablar de sus sueños. Como si fuera una cosa imposible de la que mejor no pensar. Quería vivir sin compromisos y ser feliz sin motivos. Yo, en cambio, estaba en contra de eso. No le encontraba lógica, no tenía un rumbo fijo en su vida, era una completa locura. Hablaba de cambiar el mundo con su música. De cambiar el pensamiento de las personas y su forma de ver la vida. De revolucionar todo a su alrededor. Quería que todos tuvieran una vida sin complejos ni compromisos. Decía que su banda se llamaría Los Beatles. Volví a reírme de el asegurando que nadie escucharía a una banda con ese nombre. Nos fuimos distanciando con la edad hasta llegar al punto de solo conocernos superficialmente. Cometí el error de reírme de las ilusiones de niño de 6 años. 10 años después, John Lennon logró algo que no muchas personas pudieron lograr. Completó su sueño. Los Beatles fueron reconocidos mundialmente como una  de las bandas de rock más grandes de la historia. John se convirtió en el profeta de la música. Cometí un grave error y ahora, ese niño se ha convertido en todo un Dios.

Si no sabes que la vida solo consiste en ser feliz es porque no sabes lo que es vivir John Lennon

El sueco





  - Pero me da miedo las armas, sino no habría tomado mi carrera deductiva en tan corto vuelo. Veo, caballero- dijo lentamente intentando vocalizar para que la barrera de idiomas no sea un problema para nuestro entendimiento.- Puedo ver que algo le impulsa a desconfiar en mi, puede la facha de mi forma de vestir, o esa vida sosegada que llevan a las malas lenguas. Sin embargo. Le prometo que por mi honor, el de mi hermana y la de nuestra santa madre que Dios tenga en la gloria que no tiene nada que temer de mi. Soy perspicaz y aunque no le conozca salvo superficialmente puedo deducir que es un hombre con principios.- Dijo mientras seguía sentado en la cama con los ojos en el olvido clavados en mi y con su rostro inexpresivo perdido sin duda en sus pensamientos en quien sabe que dolorosos recuerdos y que visiones indescriptibles de melancolía.