miércoles, 19 de octubre de 2011

lipograma

Érase una vez una niña que paseaba feliz entre las casas de su ciudad. Su madre nunca la dejaba pasar más allá de aquellas casas ya que decía que en las afueras de la ciudad abundan seres humanos y criatura sin piedad.


Una calurosa mañana por la playa, vi una bonita concha marina. La cogi. Mis ojos admiraron la bonita concha, nunca había visto nada igual. Brillaba con luz propia. Blanca, translucida, linda y minúscula. Fui andando hacia casa feliz por mi afortunada fortuna.

Y
Se
Fue
Ágil
Lindo
Pajaro
Volando
Contento
Queriendo
Susurrando.

S BB DFK

La mañana amada
por los monos o los moros
ven fe entre que beben te
mi ir y vivir vi. 

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